jueves, 29 de noviembre de 2012

SE EXHIBEN FOTOGRAFÍAS SOBRE CAMINO DEL INCA
EN EL MUSEO ANTONIO PAREDES CANDIA


La exposición fotográfica sobre la Ruta del Qhapaq Ñan o Camino del Inca se imauguró el miércoles 28 de noviembre en el Museo Antonio Paredes Candia, ubicado
en la Zona Satélite de la ciudad de El Alto.
 
La muestra, de carácter itinerante, tiene el objetivo de servir como símbolo de integración entre los países por los cuales pasa el referido camino, la principal vía de comunicación del imperio Inca, que se inició en el Cusco, para luego recorrer por todo el territorio inca o Tahuantinsuyo.

La exposición, según los responsables, ayudará a la difusión para que el Qhapaq Ñan sea declarado Patrimonio Material e Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Según el Ministerio de Culturas, los agregados culturales de las Embajadas de Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, el Consulado General de Chile y los responsables del Museo "Antonio Paredes Candia", en la expisición se podrán apreciar 47 fotografías y 2 videos durante el mes de diciembre y parte de enero de 2013.
El Qhapac Ñan o Camino del Inca, cuya ruta ha sido retrada en fotografias y videos por profesionales y aficionados, constituye en la actualidad un atractivo turístico de aventura por su belleza y trascendencia histórica.

sábado, 24 de noviembre de 2012

DOS CENTROS CULTURALES BUSCAN RECUPERAR
LA HISTORIA DE EL ALTO
 

Más de 200 jóvenes voluntarios trabajan en la recopilación de información sobre barrios alteños que se difundirá en textos, fotografías y audiovisuales.

Villa Dolores, Ciudad Satélite, Ballivián, Huayna Potosí y Estrella de Belén son algunas de las 16 zonas alteñas cuyas historias fueron rescatadas, en texto e imágenes, por un grupo de jóvenes voluntarios.

Este material será parte de la oferta de los dos centros de documentación histórica barrial de El Alto, que abrieron sus puertas hace pocos días.

Los establecimientos están ubicados en Villa Tunari y en la zona Santa Rosa de Lima, en infraestructuras cedidas por el área de Gestión Educativa de la Alcaldía de El Alto.

"Serán espacios físicos de intercambio de información histórico y cultural, especialmente para los estudiantes de El Alto", explicó Óscar Martínez, uno de los responsables de la iniciativa, que es impulsada por el proyecto Quiénes Somos, dependiente de la Cooperación Europea.

El mencionado proyecto tiene como objetivo central implementar y promover un diálogo intercultural y directo entre los jóvenes de El Alto y del Plan Tres Mil de Santa Cruz. En ese marco, se efectuó una serie de actividades culturales y de interacción en ambas ciudades.

Martínez reiteró que la apertura de los centros es resultado de un trabajo iniciado en 2010. "Trabajamos con estudiantes de varias unidades educativas y con ellos se realizó la investigación sobre la historia de los 16 barrios alteños más tradicionales", dijo.

Fruto de la investigación se recogió información documental, mapas e imágenes que estarán a disposición de los vecinos. Además, en febrero del próximo año, se publicará un libro en el que se sintetizará todo este material.

Tirso Puig de la Bellacasa, director del proyecto Quiénes Somos, explicó que en los centros de documentación la gente podrá encontrar paneles informativos sobre la historia de los barrios, fotografías y audiovisuales. "Habrá una exposición de fotografías antiguas que fueron donadas por los vecinos y también de imágenes actuales captadas por los jóvenes", explicó.

Puig de la Bellacasa también indicó que en la actualidad están equipando los centros con equipos electrónicos y conexiones de internet para que los jóvenes continúen con su trabajo. Además, agregó que realizan algunos arreglos para mejorar la infraestructura.

Martínez señaló también que otro objetivo del proyecto, que concluye el próximo año, es consolidar la investigación sobre los barrios a partir de la participación de los estudiantes. "Lo que buscamos es incentivar en los jóvenes de El Alto la investigación y recopilación sobre su historia y cultura", dijo.

En desafío actual sería reconstruir la historia de alrededor de 83 barrios de la ciudad más joven y una de las más grandes del país.

Fuente: Página Siete, Anahí Cazas / La Paz - 23/11/2012

lunes, 19 de noviembre de 2012


LA CURVA DEL DIABLO


Crónica de Víctor Montoya

El día que me contaron que en la tercera curva de la autopista que une El Alto y La Paz había una roca negra en la cual fue esculpida la cabeza del mismísimo amo de las tinieblas, y donde acudían sus devotos para rendirle culto y pleitesía, no me lo podía creer hasta la tarde en que bajé desde la Ceja para ver con mis propios ojos eso que me parecía una invención de quienes practican las artes esotéricas para estafar a los incautos o sembrar el pánico entre los crédulos.

Al cabo de cinco minutos de viaje, pedí al conductor del minibús que me dejará en esa curva tan temida y respetada. De pronto me vi frente a una colina casi empinada, en cuya parte inferior había una roca de aproximadamente un metro y medio de diámetro, donde los devotos del diablo asistían para ch’allarle con enorme fe y devoción, como los mineros le ch’allan al Tío en los tenebrosos socavones, pero en otro contexto que nada tiene que ver con los poderes de Lucifer. 

Sin embargo, debo confesar que cuando visité el lugar no estaban ya tres escalinatas que conducían hacia la imagen esculpida del diablo, que tenía los ojos saltones, los cuernos pintados de rojo y retorcidos como los de un macho cabrío, y una boca grande por donde le daban de comer, fumar y beber. Tampoco estaban ya las otras tres imágenes que flanqueaban el ícono principal, y que, según rezaban las inscripciones, una era el Tío Contador y  la otra el Tío Lucifer.

La leyenda urbana, transmitida por tradición oral, narra que al construirse la autopista entre La Paz y El Alto, algunos trabajadores, que abrían la carretera a fuerza de pico y pala, fueron testigos de algunas apariciones del diablo, quien, a modo de advertencia y defensa propia, se les puso al frente de quienes invadían su territorio sin ofrecerle disculpas anticipadas. Así fue como en una ocasión, el maligno convertido en serpiente de dos cabezas, se le apareció a uno de ellos, justo allí donde los barrenos y combos, al ritmo de bum-bum-bum, herían la roca negra, que antes era frecuentada por los yatiris y brujos para realizar sus rituales ancestrales. En otra ocasión, bajo un cielo roto por los relámpagos y el aguacero, descendió desde la punta de la empinada colina, de ladera lodosa y resbaladiza por el agua, un sapo negro, rechoncho y gigante, que saltó por delante de uno de los trabajadores, cruzó la carreta y se perdió al otro lado del bosque sin dejar rastro alguno.

Los habitantes de la zona, de mentes proclives a las supersticiones, dijeron que esos terrenos eran de propiedad del diablo, el mismo que, como todo soberano de las tinieblas, estaba escondido en las inmediaciones de la tercera curva, la más cerrada y peligrosa de la carretera, donde los conductores bajan la velocidad por temor a perder la vida. 

De modo que los trabajadores, al terminar la construcción de la autopista, prometieron levantarle un altar y rendirle culto a manera de ofrecerle disculpas por haberse “entrometido” en sus predios, sin previo aviso ni consideración. Pero también para suplicarle favores a tiempo de ofrendarle alcohol, cigarrillos, serpentinas y mixturas, con la creencia de que el diablo no es una simple roca, sino el  guardián de la zona.

Los menos creyentes, que se reían en sus barbas y de la fuerza de sus poderes mágicos, han sido víctimas de horribles pesadillas y en algunos momentos han llegado a temer por sus vidas, como los transportistas que transitan por el lugar, sin rendirle culto ni suplicarle que los proteja de los accidentes. De hecho, en los anales de la policía de tránsito se registran varios incidentes  protagonizados por los conductores en la Curva del Diablo. El más insólito fue cuando un minibús de color blanco, con diez pasajeros a bordo, impactó contra la roca, provocando graves mutilaciones en los miembros superiores de algunos pasajeros que, ensangrentados y conmocionados por el choque frontal, clamaron a Dios y a la Virgen entre “ayes” de dolor. 

Desde entonces los choferes y transeúntes se hacían presentes los martes y viernes, como ocurre con las apachetas, para ch’allar en la Curva del Diablo; un rito que se hizo habitual por varios años, hasta que los funcionarios de la Administradora Boliviana de Carreteras (ABC) y efectivos de la policía procedieron, la tarde del 5 de agosto de 2011, a derribar el altar con una retroexcavadora que hizo chillar la roca.

La destrucción se realizó debido a que, una semana antes, en el primer día del mes de la Pachamama, se halló el cadáver de un hombre tirado en el suelo, rodeado por botellas de aguardiente, hojas de coca y colillas de cigarrillo. La víctima, de aproximadamente 35 años de edad, estaba congelada, tenía signos de violencia y presentaba un corte de unos quince centímetros alrededor del cuello. La Policía sospechó que el cuerpo humano fue una ofrenda satánica, que alguien hizo en el lugar, poniendo en la agenda pública la existencia de los cofrades.

Este hecho macabro bastó para que la policía se diera tras la pista de los sospechosos, pero sin lograr resultado alguno hasta la fecha. Lo que sí queda claro es que en este lugar, donde acude mucha gente en busca de ayuda y protección, se siguen celebrando misas en honor al diablo que, más que diablo, parece un santo patrón para los vecinos de El Alto. Sólo faltaría que lo levanten en hombros y lo lleven en procesión por las avenidas de esta ciudad llena de yatiris, q’oas y ch’allas.  

Lo increíble es que, a pesar de la destrucción del altar con maquinaria pesada, los devotos no han dejado de visitar el lugar y hacerle ofrendas, acompañadas de coca, cigarrillos, serpentina, mixtura, azúcar, flores, botellas de alcohol, latas de conservas, fotocopias de cédulas de identidad, facturas, fotografías con clavos incrustados a la altura del rostro y los genitales, mechones de cabello amarrados con lana y hasta tangas de mujeres celosas.

Las crónicas rojas de la prensa revelan que la policía, al lado de las monedas y los billetes de diversos valores, halló también amuletos, fetiches, una hoja de papel manchada con sangre en la cual un hombre pedía a su amada entregarle su cuerpo y otros objetos de supuesta brujería, al lado de huesos de animales sacrificados, en una suerte de misas negras, al pie de la imagen del diablo.

A dos metros de la roca y muy cerquita de la autopista por donde las movilidades cruzan a 80 kilómetros por hora, una comerciante alteña instaló su puesto de venta de artículos para que los devotos del diablo celebren sus mesas blancas y negras. No es casual que unos acudan a este lugar en busca de favores, protección para la salud y el éxito en los negocios; mientras otros llegan cada 7 de agosto y el martes de ch’alla para celebrar una pequeña fiesta, con preste incluida, en devoción al diablo, a quien, en ritos de maldición, le encomiendan que haga daño a los deudores, enemigos, maridos infieles y mujeres de mala vida.

Este es el panorama que se observa cada martes y viernes en la Cueva del Diablo, en cuya roca donde estaba tallada su imagen y alrededor del altar no faltan velas derretidas de varios colores junto a las cenizas de las fogatas en las que se advierten prendas de vestir chamuscadas y cortadas en tiras.

Algunos creyentes aseveran que el incumplimiento con el pacto que se realiza con el diablo, podría ocasionar desgracias en la vida familiar y laboral, en tanto otros creen que si se le rinde un merecido tributo, el diablo hace que incluso las maldiciones, a las que están expuestas las víctimas, rebotan contra la misma persona que las encomendó en un acto de brujería; es más, los delincuentes suelen dejarle ofrendas para que en el próximo “golpe” les vaya bien y los ampare de la policía, así como las prostitutas, que se aparecen los lunes al mediodía, le prenden cigarros y le dan besos como retribución por los presuntos favores recibidos.

Lo cierto es que todo esto, que en principio me parecía la invención de los practicantes de las artes esotéricas, correspondía -y corresponde- a una realidad contundente que forma parte de una sociedad donde el bien y el mal va de la mano; la prueba está en el hecho de que ahora se dice de que apareció otro altar dedicado al amo de las tinieblas frente a la Curva del Diablo, pero ésta es otra historia que se las contaré otro día. 
IX ENTRADA UNIVERSITARIA DE UPEA 
DERROCHÓ CULTURA, ALEGRÍA Y COLORIDO


Más de un millar de universitarios disciplinadamente uniformados y enfilados en 39 fraternidades marcaron un mismo paso en el evento cultural.

Colorido, alegría y juventud remozaron el sábado las principales arterias de la urbe alteña. Innovadoras coreografías diseñadas por los estudiantes de la Universidad Pública de El Alto (UPEA) se dibujaron en ellas. 

Más de un millar de universitarios, disciplinadamente uniformados y agrupados en 39 fraternidades, marcaron un mismo paso en la IX Entrada Universitaria de la UPEA 2012, con el objetivo de expresar de la mejor forma la riqueza cultural de Bolivia.

De acuerdo con el rector de la UPEA, Rubén Cerrón Cahuaya, la actividad cultural fue realizada en conmemoración de los nueve años de la Autonomía Universitaria, conquistada mediante la Ley 2556 del 12 de noviembre de 2003. 

“Estos nueve años significan la consolidación de nuestra universidad dentro del Sistema de Universidades y la revalorización de todas las costumbres de nuestra cultura”, manifestó la máxima autoridad universitaria a Cambio.

El evento cultural, iniciado con un sol radiante cerca del mediodía, contó con la presencia de varias autoridades nacionales y municipales, representantes universitarios, además de sabios y amautas que realizaron una ofrenda a la Madre Tierra antes de iniciar la fiesta folklórica.

La ñusta UPEA, Blanca Sumi Acarapi, elegida el 26 de octubre, destacó que la festividad demuestra la riqueza cultural que tiene nuestro país y el amor que los jóvenes alteños sienten por su patria y su identidad. 

En la misma línea, la cholita UPEA, Geraldine Ponce, de la carrera de Educación Parvularia, remarcó la variedad de danzas que engalanaron el encuentro cultural protagonizado por los universitarios alteños. 

Los coloridos trajes de la morenada de la carrera de Administración de Empresas abrieron el evento folklórico y arrancaron los aplausos de decenas de alteños apostados a lo largo de la avenida Juan Pablo II. 

El caluroso día se calentó más con el paso de los tinkus de Ingeniería Civil, los tobas de Contaduría Pública y la saya afroboliviana de Ingeniería Electrónica. 

“Yo vengo a verlos porque los jóvenes bailan mejor que los adultos, tienen mucha más energía”, dijo Ana Gutiérrez, mientras admiraba la coreografía de los danzarines acompañada de sus dos hijas. 

Las bombas de humo de color combinaban perfectamente con los hermosos trajes hechos de aguayos, plumas y lentejuelas de matices celestes, violetas, rojos, verdes, naranjas y amarillos. 

“La entrada folklórica de la UPEA, declarada patrimonio cultural de El Alto, celebra junto con su pueblo estos nueve años de Autonomía, con el firme propósito de ser la punta de lanza en el progreso de nuestra ciudad”, expresó el Rector de esa casa de estudios. 

Fuente: Cambio, 18-11-2012